Supongo que estaréis enterados de las nuevas incorporaciones en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Así o asín y murciélago o murciégalo.
Resulta que los académicos han aceptado estas nuevas palabras asegurando que no suponen ningún riesgo para la lengua, ya que se trata de motes muy usados por nuestra sociedad. No digo que no sea cierto. De hecho, estoy segura de haber oído muchas más veces asín que así. Y también conozco a varias personas que dicen murciégalo y no murciélago –¡si hasta el corrector del Word lo acepta!–.
Ahora bien, cada vez me resulta más difícil asimilar ciertos cambios. Da la sensación de que a la RAE le está gustando esto de ampliar el diccionario asín como asín. Parece que aquello que empezó con quitarle la tilde al solo, se está convirtiendo en una moda –que a este paso nos llevará a pedir una ración de cocretas de las que hace años crompa mi agüela –.
Llamadme antigua si queréis, y no es por fastidiar, pero después de probarlo, casi prefiero seguir escribiendo ciertas palabras con tilde y sin alterar el orden de sus letras. Porque según los académicos este fenómeno no supone ningún peligro para nuestra lengua pero, con todo el debido respeto, permítanme que lo dude.
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